domingo, 27 de marzo de 2011

Don Pelayo de Cantabria

Cosgaya siempre ha sido una referencia histórica en lo que fueron los primeros momentos de la Reconquista española. Tradición y leyenda han ido unidas a través de generaciones. Los abuelos, en las duras noches de invierno, contaban a sus nietos, junto al fuego de la cocina, la historia de Don Pelayo, que siempre ha estado vinculada a estos parajes, aunque hasta ayer nunca se hubiera levantado monumento alguno en su nombre. El recuerdo del Campo de Pelayo, la casa y capilla de Pelayo o el corral de Pelayo, permanece aún vivo entre las distintas generaciones de vecinos de Cosgaya, que ayer se reunieron para contemplar la figura del legendario guerrero.
Quién no ha conocido la leyenda de la muerte del rey Favila, abatido por un oso en el monte de La Calavera, cercano a Cosgaya, o las crónicas que citan el argayo que sepultó a más de 60.000 soldados árabes en el monte de Subiedes, frente a Los Llanos, cuando éstos se retiraban atravesando las montañas de Liébana, después de la batalla de Covadonga. A pesar de los siglos que han pasado, realidad y leyenda se unen para recordar la importancia histórica de esta comarca... aunque las crónicas exagerasen las cifras de musulmanes que sucumbieron en la zona.

El consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Francisco Javier López Marcano, inauguró la estatua, colocada en el interior de un pequeño parque en el pueblo de Cosgaya. Junto a él estuvieron el alcalde del municipio, Manuel Guerra; el presidente de la Junta Vecinal, Óscar Casares; el autor de la obra, Salvador García; y, por supuesto, numerosos vecinos.
López Marcano señaló que «en Cosgaya los símbolos y la realidad se dan la mano. Desde la Reconquista hasta hoy ha habido siglos de silencio. Los cántabros hemos sido un pueblo callado, y nunca hemos llamado a las cosas por su nombre». También, resaltó el consejero que «aquí, en Cosgaya, en el siglo VIII comienza todo. Que no nos arrebaten el rigor histórico. Aquí se produjo un movimiento donde se unieron la pluma y la espada. La pluma de Beato de Liébana y la espada de Pedro de Cantabria y de Don Pelayo. Beato, nació en Aniezo, y Don Pelayo, en Cosgaya».
Un saludo,
Félix

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